“No son las cosas las que nos perturban, sino nuestra opinión sobre ellas” – Epicteto
Cuando atraviesas una dificultad, esta tiende a acaparar todo tu ancho de banda mental. Tu mente magnifica los problemas para que no ignores su presencia. Esto eleva tu preocupación, que evolutivamente era un pequeño precio a pagar para forzarte a buscar una solución. Recuerda que a tu cerebro no le importan tus sentimientos, solo tu supervivencia.
Sin embargo, si ya estás haciendo todo lo necesario, esa preocupación no produce ningún resultado, solo sufrimiento innecesario. Y es aquí donde podemos utilizar algunas de las enseñanzas estoicas.
El estoicismo es una filosofía en sí misma, pero también la podríamos ver como una caja de herramientas mentales, tanto preventivas como correctivas. Cuantas más herramientas tengas, y mejor las domines, mayor será tu control sobre tu mente.
Hoy veremos dos herramientas estoicas que te ayudarán a cambiar tu perspectiva sobre tus problemas, reduciendo así tu preocupación. Ambas estrategias están relacionadas entre sí, y curiosamente lo están también con una técnica que usamos para protegernos del coronavirus: el distanciamiento.
El coronavirus nos ha acostumbrado a practicar el llamado distanciamiento social, y desde hace miles de años los estoicos recomendaban practicar el distanciamiento mental.
Cuando observamos un problema desde demasiado cerca ocupa todo nuestro campo de visión, elevando nuestra preocupación. Si nos alejamos mentalmente del problema apreciamos sus contornos y entendemos su contexto. Podemos ver su verdadera magnitud y hacernos así conscientes de que solo representa una pequeña parte de nuestro mundo.
Piensa en algún gran problema de tu adolescencia. Quizá fue suspender un examen final o una rotura sentimental. ¿Cuánto te preocupa ahora aquel evento? Probablemente poco. De aquella parecía que tu vida se acababa y ahora no te preocupa nada. Como decía Séneca, «El tiempo cura lo que la razón no puede».
Sin embargo, los estoicos reconocían que la razón puede acelerar el trabajo del tiempo, y la clave es el distanciamiento. No se trata de huir de nuestros problemas, sino de distanciarnos mentalmente de ellos.
Exploremos en este sentido dos técnicas que explico en el programa Invicto: distanciamiento cognitivo y vista desde arriba.
1. Distanciamiento cognitivo
Los estoicos sabían que al cambiar la forma en la que vemos los eventos externos cambiamos su impacto sobre nosotros. Recomendaban por ejemplo separar nuestros pensamientos de los elementos externos, evitando fusionarnos con ellos. Al mantener esta distancia cognitiva podemos evaluar todo con más objetividad y serenidad.
El primer paso es entender que no somos nuestros pensamientos, y que podemos distanciarnos de ellos. Podemos examinarlos de manera racional en vez de dejarnos arrastrar por su impacto emocional. Dar un paso atrás nos permite ver con más claridad y preguntarnos si hay otra forma de interpretar nuestra realidad.
En las terapias modernas se denomina a esta técnica distanciamiento cognitivo, y aunque es aplicable en multitud de ámbitos, los estoicos la utilizaban principalmente para mitigar los golpes del destino y para evitar ceder ante las tentaciones diarias. Existen a su vez distintas estrategias para lograr este distanciamiento, pero me centraré ahora solo en dos: expandir el tiempo y mirar a través de los ojos de otro.
En ambos casos buscamos el mismo resultado: separarnos de nuestros pensamientos y observarlos con detenimiento, pasando de reaccionar impulsivamente a responder racionalmente.
Expandir el tiempo
Asignamos un poder especial al momento y al lugar actual. Esto tiene sentido, y mantener el foco en el presente es una buena recomendación general. Sin embargo, cuando atravesamos una dificultad conviene dar un paso atrás para ver con más claridad. Al adoptar una perspectiva mucho más amplia, el problema pierde relevancia. Los estoicos proponían ejercicios para expandir nuestra mente, tanto en espacio como en tiempo.
Según Marco Aurelio, podemos reducir el impacto de cualquier agravio del destino si “visualizamos en nuestra mente la enormidad del universo y el tiempo infinito, observando la transitoriedad de todas las cosas, incluyendo nuestra propia vida”.
Una forma sencilla de aplicar esta perspectiva es preguntándonos si dentro de diez años nos seguirá preocupando el problema con el que estamos ahora luchando. En la mayoría de casos, la respuesta será que no, aliviando así el dolor. Si el problema nos seguirá impactando en diez años, debemos extendernos más allá. ¿Importará dentro de cien años? ¿Dentro de mil?
En las cartas de consolación de Séneca, cuando alguien moría a edad temprana, él proponía recordar que el tiempo de cualquier vida es igual de insignificante comparado con la eternidad. Si toda nuestra vida nos parece irrelevante al ser comparada con el tiempo infinito, mucho más pequeños deberán parecernos nuestros problemas.
“Piensa en los hombres de longevidad legendaria, que vivieron más de cien años. Cuando piensas en la totalidad del tiempo, la diferencia entre la vida más larga y la vida más corta no será nada” – Séneca
Esta idea difiere del enfoque de auto-ayuda actual, que nos intenta poner en un pedestal individual y dar gran relevancia a todo lo que nos ocurre. El enfoque de los estoicos era justo el opuesto: hacernos ver que nuestra vida es insignificante en el gran contexto del universo.
Los estoicos nos recordaban que el cambio es la única constante. Aunque el budismo es reconocido por su idea sobre la transitoriedad o la no-permanencia, no era una idea nueva. Varios siglos antes de los primeros escritos budistas, el griego Heráclito proponía su concepto Panta Rei, traducible como “todo fluye”. Los estoicos hacían frecuente mención a la analogía de Heráclito, que nos decía que no podemos bañarnos dos veces en el mismo río, al cambiar este constantemente.
Reflexionar sobre el cambio constante y nuestro pequeño papel en el universo es liberador. Nos ayuda a poner nuestros problemas en perspectiva, y evita tanto que nuestros éxitos se nos suban a la cabeza como que nuestros fracasos nos hundan.
“Considera un grano de arena apilado sobre otros granos de arena, que enseguida serán cubiertos por nuevos granos de arena. Así ocurre en la vida, unos eventos apilados sobre otros que en breve serán cubiertos por eventos nuevos”- Marco Aurelio
No debemos por tanto perder la tranquilidad por eventos sin importancia, y nada tiene importancia al ser comparado con la inmensidad del espacio y el tiempo.
Ver los problemas a través de los ojos de otros
Las opiniones que tenemos cuando algo le ocurre a los demás suelen ser más objetivas que cuando nos ocurren a nosotros. Los estoicos afirmaban que el verdadero sabio ve lo que le ocurre a él con la misma distancia que si le ocurriera a su vecino.
“Cuando el esclavo del vecino rompe una taza pensamos que son cosas que pasan. Por tanto, cuando te ocurra a ti debes reaccionar de la misma manera. Transfiere ahora esta idea a asuntos mayores. Si se muere el hijo o la esposa de otra persona, dirías que es lo que nos toca vivir como humanos. Pero si te ocurre a ti te desconsuelas y te dices ‘¡Pobre de mí!’. Deberíamos recordar en estos casos cómo nos sentimos cuando escuchamos estos sucesos en otros” – Epicteto
Como siempre, esto es más fácil de entender que de aplicar, pero esforzarnos por intentar ver lo que nos ocurre a través de los ojos de un tercero reducirá su impacto. En las terapias cognitivo-conductuales recomiendan por ejemplo escribir sobre nuestros problemas en tercera persona, para ganar algo de distancia sobre ellos.
Con frecuencia damos recomendaciones racionales ante los problemas de los demás, pero somos incapaces de aplicarnos nuestras propias recomendaciones al enfrentar los mismos problemas.
Puedes también intentar ver tu situación a través de los ojos de alguien que admiras. ¿Qué pensaría? ¿Cómo reaccionaría? Quizá no logres comportarte de manera ideal, pero entender al menos que existe una perspectiva distinta te ayudará.
2. La vista desde arriba
Esta técnica complementa perfectamente la anterior sobre distanciamiento cognitivo, pero tiene valor por ella misma. Al alejarnos mentalmente de nuestros problemas podemos ver sus contornos y enfocarlos mejor, logrando una mejor perspectiva de su dimensión. El miedo activa además la llamada “visión túnel”, que concentra nuestra atención en aquello que tememos, nublando su contexto.
Para contrarrestar esta pérdida de claridad, los estoicos hacían referencia a la práctica de “mirar desde arriba”. Imagina que te ves desde una gran altura. Notarás cuan pequeño eres en comparación con la ciudad, y cuan pequeña es esa ciudad en comparación con el país. Luego te darás cuenta de que el país es pequeño comparado con la tierra, y que el propio planeta no es más que un pequeño punto en la galaxia.
“Muchas de las ansiedades que nos acosan son superfluas. Al ser solo criaturas de nuestra imaginación podemos deshacernos de ellas y expandir nuestra mente a una región más amplia, dejando que nuestro pensamiento abarque todo el universo” – Marco Aurelio
Utilizar con frecuencia esta mirada desde la altura, alejándonos imaginariamente de nuestros problemas y las cosas que nos preocupan, es sorprendentemente efectiva.
Y no solo puedes imaginar, sino también experimentar. Una de las mejores formas de lograr perspectiva es saliendo a la naturaleza. Al lado de grandes montañas o inmensos océanos nuestros problemas parecen reducir su tamaño. Múltiples estudios demuestran que pasar más tiempo en la naturaleza mejora la perspectiva sobre nuestros problemas, reduciendo la ansiedad y los síntomas de depresión. Esta mejoría se explica por distintas vías, pero una de ellas es que la naturaleza pone nuestra propia existencia en perspectiva, y nos damos cuenta de que somos una pequeña parte de algo mucho más grande.
Esto no significa por supuesto que nuestros problemas sean irrelevantes, tan solo que a veces nos quedamos atrapados en nuestras interpretaciones de los eventos, perdiendo de vista el contexto. Debemos desarrollar nuestra capacidad de cambiar el foco según demanden las circunstancias. Necesitamos adoptar primero una visión amplia para lograr una perspectiva adecuada y definir después cómo debemos actuar. Una vez fijado el plan de acción, cerraremos el foco para concentrar nuestra energía y atención en mejorar nuestra situación.
Si necesitas más contexto, piensa en la inmensidad del universo, y recuerda: esto también pasará.
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Autor: Marcos - Fitness Revolucionario
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