¿Hay relación entre el consumo de carne y el género? Así sin complicarse mucho en buscar la respuesta parece que sí. No en vano, en todos los países del mundo de los que tenemos datos, en la población vegetariana y vegana el número de mujeres supera ampliamente al de hombres. También en España, donde se calcula que ellas son aproximadamente el 70% del movimiento.
Siguiendo sin ahondar demasiado podemos ver a nuestro alrededor y en las redes sociales que el ensalzamiento del consumo de carne en términos jocosos y a menudo con pullas hacía el veganismo, suele venir de hombres. Por que ya se sabe, “real men eat meat. En mi cabeza, esos señores que creen que reducir su consumo de animales muertos va a mermar su masculinidad, son los mismos a los que atemoriza el satisfyer. Pero es un sesgo personal.
Si nos ponemos un poco más serios (AKA si abrimos el Pubmed) vemos que sobre el tema se ha escrito bastante. En general, a nivel sociológico se observa que en aquellas culturas más tradicionales y con más diferencias de género, los hombres están más apegados al consumo de carne. Mientras que en culturas más igualitarias se observan menos diferencias entre sexos. Parece ser que los hombres más identificados con las “nuevas masculinidades” comen menos carne y tienen una actitud más positiva hacia las personas vegetarianas así como un menor apego al consumo de cárnicos y menos reticencia a abandonarlo. Se entiende por “nuevas masculinidades” aquellas que se alejan del estereotipo tradicional de roles y actitudes de género, no me hagáis meterme en este jardín. Pero conste en acta el amor por esas "nuevas masculinidades" capaces de separar su testosterona de un chorizo. Si es que nos conformamos con na...
Lo cierto es que la carne se sigue asociando a valores típicamente ligados a lo masculino: valor, fuerza, vigor e incluso crueldad o falta de empatía (los chicos no lloran, menos por un cerdito). Ligar la carne a esos valores cuando tenías que salir a por ella con un arma blanca fabricada con un palo y una piedra, el bicho te sacaba tres cabezas y no había hospitales ni drogas intravenosas, pues vale. Ahora bien, asociar esos valores al consumo de carne en 2020 cuando tu hamburguesa te la ha traído un rider porque estás cansado y hace frío afuera… yo no lo veo. Pero que sé yo, los señores son muy suyos. Aunque los datos dicen que al que ha llamado al mismo rider para pedirse una Beyond se le ve menos masculino. No me quiero imaginar si en lugar de pedir a domicilio a una empresa que explota a sus trabajadores, se le ocurre cocinar. Ahí ya si que su hombría no tendría salvación. No lo quiera Dios.
Muchos intentos de reducir el consumo de carne en entornos fuertemente masculinizados (en número de individuos y en cultura) han fracasado. Por ejemplo, en Noruega intentaron implantar el “Lunes sin Carne” en las fuerzas armadas, que al parecer son un reducto fuerte de masculinidad de la viejuna. No funcionó. Los soldados expresaron gran preocupación por su consumo proteico en relación a su ardua tarea diaria. Y que se quedaban con hambre. Llámadme loca, pero me parecen excusas muy fáciles de desmontar ¿no tienen nutricionistas en la armada noruega? ¡Qué era UN día a la semana sin carne! menos mal que son el "sexo fuerte" XD.
En resumen: muchos hombres creen que no consumir carne les hace parecer menos masculinos, menos vigorosos y menos atractivos sexualmente. Y esa es una barrera extra que tienen que saltar aquellos que se planteen cambiar su dieta a una alimentación vegetariana o vegana, además de todas las otras que trae consigo esta decisión y que son inmunes al género.
Me imagino que para muchos hombres esta barrera nunca existió y ni se plantearon que su masculinidad pudiera quedar en entredicho por comer garbanzos, pero que para otros puede estar funcionando como principal freno a la hora de cambiar hábitos de consumo, a pesar de que hoy en día ya se cuestiona poco el impacto que la ganadería industrial tiene en el medio ambiente. Eso por no hablar del trato a los animales en dicha industria, que debería parar a cualquiera que tenga otra opción para alimentarse.
Es un escollo más que nos dificulta el paso a un mundo más justo y más sostenible. Y una razón más para que la lucha sea transversal: una sociedad con menos brecha de género y más igualitaria, favorece un consumo más adecuado en términos de ética y de sostenibilidad, y también una dieta más sana, porque aunque hoy no ha sido el tema, resulta que comer sano o no pedirse la porción grande, es visto como más femenino, y eso también es una construcción social a tumbar.
Chicos, estamos con vosotros #govegan.
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