El colesterol es esencial para la vida humana. Forma parte de la membrana celular, de las vitaminas, de las hormonas sexuales, de las sales biliares... sin embargo, un descontrol de su concentración puede traer problemas.
En un análisis de sangre, la cantidad de colesterol es una de las medidas más comunes que podemos ver. ¿Pero, cómo sabemos si los niveles están correctos? Os explicamos todo lo que necesitáis saber para interpretar los números del análisis.
El colesterol no es tan malo como lo pintan
Antes de nada, hay que comprender qué es el colesterol. Esta molécula es en realidad un esterol natural que forma parte de la membrana celular y de muchas otras sustancias esenciales para la vida. Sin colesterol, sencillamente, no podríamos vivir. La vitamina E no existiría, no nos reproduciríamos porque careceríamos de hormonas sexuales y no podríamos hacer la digestión, entre otras muchas cosas.
La clasificiación del colesterol hace dos distinciones de colesterol: el "bueno" y el "malo". En la jerga coloquial se habla de colesterol cuando nos referimos al "malo". Podemos decir que toda esta interpretación es incorrecta.
El colesterol "malo", que corresponde al LDL, la lipoproteína de baja densidad, no es tan malo. Todo lo contrario, es tan necesario como el "bueno", el HDL (de lipoproteína de alta densidad). Eso sí, no se necesitan en las mismas concentraciones en sangre, por supuesto. Un exceso, especialmente del LDL, conlleva un aumento de la presión arterial y potenciales problemas cerebrovasculares.
En definitiva, lo que cuenta es el equilibrio entre sus concentraciones en sangre. Determinar que uno es malo y el otro es bueno no es correcto. Los dos tienen su función en el cuerpo y un descontrol en cualquiera de los dos puede ser pernicioso. Sí es cierto que el LDL está más asociado a problemas de salud, mientras que una gran cantidad de HDL puede ser beneficiosa. Pero, insistimos, todo depende de que se mantengan dentro de unos límites. ¿De qué límites hablamos?
Lo que te encuentras en un análisis de sangre
Cuando te haces un análisis de sangre, normalmente te dan un papel con numerosos valores. Entre ellos se encuentran los valores de colesterol, colesterol HDL y colesterol LDL. A eso le añadimos los triglicéridos, de los que hablaremos un poco más adelante. ¿Qué valores entran dentro de lo normal? Si te fijas, en la misma analítica te lo indica:
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Para el colesterol total los valores normales están entre el 0 y los 200 mg/dL (miligramos por decilitro). A partir de esta cifra, entre 200 y 240 se considera que tenemos niveles moderados de colesterol, padeciendo una hipercolesterolemia. A partir de 240, los niveles son altos y puede apuntar a un problema de nutrición o patología.
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Para el colesterol "bueno", el HDL, los valores normales están entre 45 y 80 mg/dL, siendo más altos para mujeres, que para hombres. En esta ocasión, cuanto más altos sean los niveles, mejor. Por eso, el riesgo cardiovascular será menor a partir de los 55 mg/dL, moderado entre los 35 y los 55, y alto si la concentración es menor de 45.
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Para el colesterol "malo", el LDL, estos valores normales están entre el 0 y el 100 mg/dL. A partir de 100, se considera que hay un riesgo moderado de sufrir algún tipo de riesgo cardiovascular. A partir de los 160 mg/dL se considera alto y peligroso.
¿Qué pasa con los triglicéridos?
Hablar de colesterol sin hablar de triglicéridos no tiene sentido. Estas moléculas constituyen la principal reserva energética del organismo animal, en otras palabras, la grasa. El colesterol es el principal sistema de transporte de estos triglicéridos a los que se unen para formar las lipoproteínas de densidad muy baja, e intermedia, además de las LDL y HDL.
El trasporte y la concentración de triglicéridos (de lípidos, en realidad) está estrechamente relacionado con las placas de ateroma y enfermedades cardiovasculares. Por eso, en los análisis también aparecen los niveles de triglicéridos.
Estos varían entre los 0 y los 150 mg/dL. Un nivel moderado sería a partir de los 100, y altos si superan los 150. Los triglicéridos son tan importantes como el colesterol a la hora de cuidar nuestra salud. Cuando tenemos mucha concentración, puede darse una hipertrigliceridemia, y aumentar el riesgo de problemas cardiovasculares.
En general, el control de colesterol, de todos los tipos y de triglicéridos se soluciona con una buena dieta, equilibrada y saludable, algo de deporte o actividad física y hábitos de vida saludables. En concreto, con respecto a la nutrición, alejarnos de las grasas saturadas y de mala calidad, aumentando las grasas de origen vegetal, reduciendo el sedentarismo, eliminando los ultraprocesados de nuestra vida... en definitiva, adquirir mejores patrones de alimentación y actividad es una apuesta segura para controlar el nivel de colesterol y triglicéridos de nuestro cuerpo.
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Autor: Santiago Campillo
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